domingo, 25 de octubre de 2009

Crónica de un viaje (segunda parte )

LA BRUJULA
MODESTAS OBSERVACIONES DE UN VIAJE…
Segunda parte.
Heberto Peterson Legrand

Después de un profundo sueño-generalmente despierto varias veces durante la noche-antes que el despertador sonara, ya estaba de pie y, después de asearnos y arreglarnos, bajamos a digerir el primer desayuno, que como todo los demás fue de quesos, jamón, pan, jugo, café, pastel y pan dulce.
Salimos con el Tour en un autobús de amplias ventanas para hacer un recorrido por Roma a los lugares más emblemáticos. La guía era una mujer de verbo culto, agradable, que nos fue explicando todos y cada uno de los lugares, edificios y monumentos.
El recorrido duró alrededor de dos horas y media y entre otros vimos: El famoso Coliseo que se empezó a construir el año 72 después de Cristo y que inauguro Tito el año 80, muy cerca de él está el Arco de Constantino construido en el año 315 para conmemorar sus victorias sobre Magencio; El Foro Romano, que era la plaza principal donde se contruían los principales edificios de culto y los civiles; El Palatino, donde según la leyenda, en está colina fueron criados Rómulo y Remo por una Loba; el Circo Máximo, de lo cual sólo queda una explanada de tierra y donde según la tradición allí se llevó a cabo el rapto de las Sabinas por Rómulo y los primeros Romanos; Monumento a Víctor Manuel, primer rey de Italia, construido en 1911 para conmemorar la unidad italiana; El Palacio Venecia, desde cuyo balcón el fascista, Benito Mussolini pronunciaba sus largos y virulentos discursos en ese difícil tiempo de militarismo que invadió a Europa...
Terminó el recorrido del grupo- integrado por Brasileños, Colombianos, Chilenos, Peruanos y nosotros, mexicanos- en el Vaticano.
En el lugar acordado, esperamos al padre Echegoyen y nos fuimos a comer a un restaurante cercano. Disfrutamos la pláticas de un sacerdote jovial y con muy buen sentido del humor. Nos comento sobre sus experiencias en Roma y nos dio algunas orientaciones. Durante la comida hubo quien pidió queso parmesano para el espagueti y el padre nos dijo que eso lo ven mal los italianos...
Nos invito a comer al siguiente día en el Colegio Mexicano, nos despedimos y nos trasladamos al hotel ya que había quedado de ver a Oscar Cabello, un seminarista que se ordenará en el 2011.
Conocí a Oscar Cabello de la siguiente manera: Hace cerca de un año o algo más, leí en internet un artículo escrito por un tal Oscar Cabello, sobre el Cardenal de Paris, Jean Marie Lustiger, un judío convertido al catolicismo, brillante y sumamente culto. Yo había leído un libro muy interesante titulado: La Elección de Dios, que contiene una serie de entrevistas que le formulan dos periodistas y donde trata temas con gran profundidad y además sobre sus vivencias, su cosmovisión y llegada al catolicismo. Un testimonio muy valioso. Sabiendo Oscar de nuestro viaje a Italia, me pidió ser mi guía en el Vaticano y yo felizmente acepté tan amable gesto. Oscar es de agradable trato, muy afable y culto.
Durante este tiempo Oscar y yo sostuvimos relación vía internet y por fin ese día lo conocería personalmente.
Llegamos al Hotel, de donde partiríamos con el tour al barrio Trastevere, Oscar no llegó, lo esperamos y después todos nos fuimos por nuestra cuenta a ese famoso barrio. Como su nombre lo dice se encuentra al otro lado del río Tiber. Una vez allí, Oscar nos llevó a la Iglesia de Santa María, donde pudimos apreciar sus famosos mosaicos.
En esta Iglesia, durante la Segunda Guerra Mundial, estuvieron ocultos miembros de la comunidad judía de Roma. Al estar allí me puse a reflexionar sobre los momentos de angustia e incertidumbre que habían vivido esos hermanos ante la desesperanza de que en cualquier momento pudieran caerles las huestes del necrofilo hitler para llevárselos a esos campos de concentración que hablan de la miseria o maldad humana a la que somos capaces de llegar. Paredes y Muros que fueron testigos del dolor humano que nos producimos unos a otros.
Cenamos en uno de los restaurantes de ese famoso barrio con sabor mediterráneo y luego recorrimos sus estrechas calles transitadas por jóvenes parejas y adultos que en ellas disfrutábamos el ambiente que allí se respiraba.
Mientras que aquí en Baja California oscurece a más tardar a las ocho de la noche, allá en Roma oscurece hasta las diez de la noche y ello invita a los habitantes de esos lugares a salir y gozar de sus bellos espacios.
Regresamos al Hotel Fleming, donde nos hospedaron, para ponernos en los brazos de Morfeo, después de hacerle los honores a Baco...y sumirnos nuevamente en un profundo sueño...

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