domingo, 25 de octubre de 2009

Benedicto XV1 y la política...

“LA BRUJULA”

BENEDICTO XV1 Y LA POLÍTICA

Heberto Peterson Legrand

Estuve leyendo algunas reflexiones del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XV1 sobre política que vale la pena exponer: La política, dice, es el ámbito de la razón, no de una razón simplemente técnico-calculadora, sino moral, pues es el fin del Estado, así como el fin de toda política, es de naturaleza moral, es decir, la paz y la justicia. Esto significa que la razón moral, o, más bien, el discernimiento racional de lo que sirve a la justicia y a la paz es-debe ser-ejercido y defendido ante oscurantismos que disminuyen la capacidad de discernimiento de la razón. El espíritu partidista que acompaña al poder producirá continuamente mitos de diferentes formas, que se presentan como la verdadera senda de la realidad moral de la política, pero que, en realidad, son máscaras y encubrimientos del poder. En el siglo pasado experimentamos dos grandes construcciones míticas con consecuencias terribles: el racismo, con su falsa promesa de salvación, por parte del nacionalsocialismo, y la divinización de la revolución, bajo la influencia del evolucionismo histórico dialéctico. Ambos cancelaron las intuiciones morales originarias del hombre sobre el bien y el mal. Todo lo que sirve al dominio de la raza, es decir, todo lo que sirve a la instauración del mundo futuro está bien-se nos decía-, a pesar de que, según los conocimientos de la humanidad hasta ahora alcanzados, fuera un mal.
Los mitos de la política. Tras la caída de las grandes ideologías, los mitos políticos hoy se presentan, de manera menos clara, pero existen también ahora formas de mitificación de valores reales, que parecen creíbles, precisamente porque se anclan en auténticos valores, pero precisamente por eso son peligrosos, pues unilateralizan estos valores estos valores de una manera que puede definirse mítica. Diría que hoy hay tres valores dominantes en la conciencia común, cuya unilateralización mítica representa, al mismo tiempo, un peligro para la razón moral de hoy. Estos tres valore mitificados continuamente de manera unilateral son el progreso, la ciencia, la libertad.
El progreso como mito. El progreso es, desde siempre, una palabra mítica, que se impone como norma de la acción política y humana en general, y se presenta como su cualificación moral más elevada, Basta mirar al camino recorrido en los últimos años para darse cuenta de que no se puede negar que se han alcanzado progresos enormes en la medicina, en la técnica, en el conocimiento y en la utilización de las fuerzas de la naturaleza, y son de esperar progresos ulteriores. No menos actual es, sin embargo, la ambivalencia de este progreso: el progreso comienza a amenazar la creación-la base de nuestra existencia-; produce desigualdades entre los hombres; y produce cada vez más amenazas al mundo y a la Humanidad.......
En este sentido, es indispensable orientar el progreso según criterios morales.
La ciencia como mito. En segundo lugar, quisiera mencionar el concepto de ciencia. La ciencia es un gran bien, precisamente porque es una forma de racionalidad controlada y confirmada por la experiencia. Pero hay también patologías de la ciencia, trastocamientos de sus posibilidades a favor del poder, en los que, al mismo tiempo, se menoscaba la dignidad del hombre. La ciencia puede servir también para la deshumanización. Basta pensar en las armas de destrucción masiva, o en los experimentos humanos y en el comercio de personas para la extracción de órganos, etc. Por tanto, debe aclararse que la ciencia también debe someterse a los criterios morales, y que pierde su auténtica naturaleza cuando, en vez de ponerse al servicio de la dignidad del hombre, sirve al poder o al comercio, o simplemente al éxito como único criterio.
La libertad como mito. Por último, está el concepto de libertad. También éste, en la época moderna, ha asumido diferentes características míticas, la libertad es concebida frecuentemente de manera anárquica o, simplemente, anti-institucional, convirtiéndose así en un ídolo. La libertad humana sólo puede ser, en todo momento, la libertad de la justa relación reciproca, la libertad en la justicia; de lo contrario, se convierte en mentira y lleva a la esclavitud.
El objetivo de toda desmitificación-siempre necesaria-es restituir la razón a sí misma. Aquí, sin embargo, tiene que desenmascararse, una vez más, un mito, que nos plantea la última decisiva cuestión de una política razonable: la decisión por mayoría, en muchos casos-quizá en la mayoría de los casos- se convierte en el camino más razonable para llegar a soluciones comunes. Pero la mayoría no puede ser el principio último; hay valores que ninguna mayoría tiene el derecho de abrogar. El asesinato de los inocentes no puede convertirse nunca en un derecho y no puede ser elevado al nivel de un derecho por ningún poder. También en este caso se trata, en último término, de la defensa de la razón: la razón, la razón moral, es superior a la mayoría.........
Parece que hoy ya sólo existe la razón partidista, y no la razón común a todos los hombres; al menos, en los grandes ordenamientos fundamentales de los valores. Trabajar por la superación de esta situación es una tarea urgente de todos aquellos que tienen en el mundo la responsabilidad por la paz y la justicia, y de hecho todos la tenemos.....
El espacio limitado sólo nos permite presentar algunas reflexiones que nos retratan en algo al actual Papa, un Papa que hace una critica al Nazismo como una construcción mítica nefasta...Lo digo por aquello de que algunos lo quieren presentar como simpatizante del nazismo...faltando a la Verdad.

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