domingo, 25 de octubre de 2009

Crónica de un viaje ( tercera parte )

LA BRUJULA
MODESTAS OBSERVACIONES DE UN VIAJE
Tercera parte.
Heberto Peterson Legrand.

A las siete y media de la mañana estuvimos junto al obelisco en la plaza de San Pedro, ya que Oscar Cabello nos invitó a una misa dentro del Vaticano.
Acompañaba a Oscar un sacerdote-igual que él, Legionario de Cristo- de nombre Juan Torres. Al verlo lo reconocí, pues estuvo aquí en Ensenada hace algunos meses y tuve el gusto de conocerlo.
Antes de ingresar contemple nuevamente las estatuas de los apóstoles y San Juan Bautista las cuales miden cerca de 6 metros de altura cada una.
Una vez dentro, a la derecha, está la hermosa escultura de La Piedad de Miguel Angel, la estatua de San Pedro en la nave central y otras más que enmarcan sus naves.
Cual fue la sorpresa al constatar que la misa que el padre Torres oficiaría fue sólo para los cuatro: Toña, Martha, Miriam y yo, en el altar de San Gregorio Magno, cuyo pontificado fue del año 590 al 604 y es el primer monge que llega a Papa.
Se unió a nosotros para participar en la misa una extranjera: alemana, bueno a ciencia cierta no sé de que nacionalidad era, pero se veía muy dulce y espiritual. Durante el saludo de la paz me le acerque y le di un beso, me nació hacerlo porque proyectaba mucho amor...
Estábamos impactados, pues nunca imaginamos que en el Vaticano un sacerdote nos ofrecería tal regalo. Explicar la emoción que nos envolvía es difícil, yo me sentía indigno de ello, pero al mismo tiempo gozando en plenitud esa bendición. Su homilía fue muy profunda y rica en contenido.
Al término de la misa acudimos a las grutas donde se guardan las tumbas de muchos Papás. Allí estuvimos frente a la de Juan Pablo 11, que marco el fin del siglo XX y principio del presente, y por fin se me hizo ver la de Pio X11 a quien admire desde muy joven y me hubiera gustado conocer. El lugar inspira respeto y recogimiento, es bello y quisiera uno quedarse más tiempo ya que invita a la meditación.
Nos fuimos a desayunar y allí se despidió el padre Torres y nos fuimos con Oscar a los museos del Vaticano considerados como uno de los más grandes del mundo.
Había tal cantidad de gente que prácticamente avanzamos sin detenernos además de que es imposible conocer en tan poco tiempo lo que nos llevaría varios días: Las Estancias de Rafael, la sala de los originales Griegos, Galería de los mapas geográficos, el Museo Gregoriano Egipcio, la Pinacoteca, La Capilla Sixtina etc.
En la Capilla Sixtina pudimos hacer un alto y observarla con detenimiento. Oscar nos hizo una interesante explicación de las pinturas y el sentido de las mismas.
Nos despedimos de Oscar y nos trasladamos al sitio de taxis para acudir a la cita en el Colegio Mexicano donde nos invitaron a comer. Para nuestra suerte al llegar al sitio iba pasando por allí el padre Jorge Echegoyen y nos invito a irnos con él en su carro.
Durante el recorrido al Colegio tuvimos, desde una colina, una hermosa panorámica de Roma.
Ya en el Colegio fue grato encontrarme allí con el Padre Fortunato Alvarez, hijo de mi buen amigo del mismo nombre que radica en Mexicali persona a quien respeto y admiro por su honradez y calidad humana.
Conocimos el Colegio que fue fundado por el Cardenal mexicano Don Gariby Rivera y allí compartimos con varios sacerdotes los sagrados alimentos y el calor de tan agradable ambiente con personas, sacerdotes, buscando en sus posgrados una formación más profunda que responda a las necesidades actuales de la Iglesia.
Al regreso nos encontramos a otro padre de Mexicali, creo que de nombre Sergio, amigo de mis sobrinos los Carmona González de Mexicali, un joven muy agradable y campechano.
En la tarde nos fuimos a recorrer el Coliseo, de su decoración que dicen era fastuosa, no queda nada debido a que durante la edad media lo usaron como cantera. ¡ Si las paredes hablaran que tanto nos dirían!
Los Romanos, como otros europeos fuman mucho-hombres y mujeres- tiran las colillas en el piso y hay partes donde esta un poco sucia su hermosa ciudad. Son muy agradables y el trato que recibimos fue siempre muy amable aunque en el hotel un tanto indiferentes-como que no tienen mucha conciencia de que viven del turismo-

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