sábado, 24 de octubre de 2009

La Libertad Religiosa.

“ LA BRUJULA”

LA LIBERTAD RELIGIOSA

Heberto Peterson Legrand

La Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano 11 ha intensificado el encuentro con los hermanos de otras religiones, promovido el dialogo para buscar que es lo que nos une y no lo que nos separa como decía el Papa Juan XX111, de feliz memoria.
El Pontificado del Papa Juan Pablo 11 se caracterizó por trabajar en ese sentido y su encuentro con musulmanes, judíos y otras religiones le han valido el reconocimiento de todos los hombres de buena voluntad. Han sido muy elogiosos los encuentros que ha promovido en Asis donde se han reunido los principales líderes religiosos de los más diversos creencias para juntos orar por la paz, dialogar y concretar acciones en bien de la humanidad.
¿ Qué piensa la Iglesia Católica sobre la libertad religiosa?. Me permitiré citar algunos de sus documentos para que no haya desorientación al respecto...
La Dignitatis Humanae, n. 2 dice: Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, sea por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y esto, de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos.
En Redemptor Hominis. N17, leemos: Ciertamente, la limitación de la libertad religiosa de las personas o de las comunidades no es sólo una experiencia dolorosa, sino que ofende sobre todo a la dignidad misma del hombre, independientemente de la religión profesada o de la concepción que ellas tengan del mundo. La limitación de la libertad religiosa y su violación contrastan con la dignidad del hombre y con sus derechos objetivos.
En su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz en 1991, Juan Pablo dijo: Ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir en la conciencia de ningún hombre. Esta es también testigo de la trascendencia de la persona frente a la sociedad, y, en cuanto tal, es inviolable. Sin embargo, no es algo absoluto, situado por encima de la verdad y el error; es más, su naturaleza íntima implica una relación con la verdad objetiva, universal e igual para todos, la cual todos pueden y deben buscar. En esta relación con la verdad objetiva la libertad de conciencia encuentra su justificación, como condición necesaria para la búsqueda de la verdad digna del hombre y para la adhesión a la misma, cuando ha sido adecuadamente conocida.
El documento Ecclesiam Sum n, 69 dice: Así nuestra misión, aunque es anuncio de verdad indiscutible y de salvación necesaria, no se presentará armada con la coacción exterior, sino que solamente por las vías legítimas de la educación humana, de la persuación interior, de la conversación común, ofrecerá su don de salvación, respetando siempre la libertad personal y civil.
Ya en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, el Papa había dicho: Ante todo, la libertad religiosa, exigencia ineludible de la dignidad de cada hombre, es una piedra angular del edificio de los derechos humano y, por tanto, es un factor insustituible del bien de las personas y de toda la sociedad, así como de la realización personal de cada uno. De ello se deriva que la libertad de los individuos y de las comunidades, de profesar y practicar la propia religión, es un elemento esencial de la pacifica convivencia de los hombres. La paz, que se construye y consolida a todos los niveles de la convivencia humana, tiene sus propias raíces en la libertad y en la apertura de las conciencias de la verdad.
Finalmente en Redemtor Hominis, n 17, Libertatis Concientia, n.19 y en Veritates Splendor, n.31 se dice que: Los problemas humanos más debatidos y resueltos de manera diversa en la reflexión moral contemporánea se relacionan, aunque sea de modo distinto, con un problema crucial: la libertad del hombre. No hay duda de que hoy día existe una concientización particularmente viva sobre la libertad. “ Los hombres de nuestro tiempo tienen una conciencia cada vez mayor de la dignidad de la persona humana”, como constataba ya la declaración conciliar Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa ( Dignitatis Humanae, n.1). De ahí la reivindicación de la posibilidad de que los hombres “ actúen según su propio criterio y hagan uso de una libertad responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia del deber “( Dignitatis Humanae, n. 1) . En concreto, el derecho a la libertad religiosa y al respeto de la conciencia en su camino hacia la verdad es sentido cada vez más como fundamento de los derechos de la persona, considerados en su conjunto.
La Iglesia pues, reconoce, respeta y valora a las otras religiones, va al encuentro de ellas, busca el dialogo, allí están sus documentos y la acción de los Papas como muestra palpable para los hombres de Buena Voluntad...
El PAPA Benedicto XV1 ha puesto un vivo interés en ese encuentro con las otras denominaciones religiosas y su visita a Israel y a Palestina ha puesto en evidencia su liderazgo, un liderazgo moral por buscar y encontrar la reconciliación de esos hermanos que ya deben encontrar el terreno fértil para que sea la civilización del Amor la que norme sus relaciones.
Los esfuerzos del Vaticano han sido enormes para encontrar las condiciones donde la paz reine y los ciudadanos de cada nación puedan ejercitar sus derechos entre ellos el de la libertad que debe ser propia del hombre y la Mujer.

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