LA BRUJULA
A SOLO UNAS HORAS
Heberto J. Peterson Legrand
Sólo faltan algunas horas para
despedir el año 2010 y darle la bienvenida al 2011 y muchos artículos se
escribirán sobre el 2010. Unos dentro de un realismo tratando de ver las luces
y sombras, los logros y retrocesos; otros rayando en un pesimismo donde todo es
negro atrapados en un fatalismo que raya en el derrotismo; No faltarán los
ilusos que todo lo ven color de rosa y parecería que como el avestruz tuvieron
la cabeza oculta para no confrontar la realidad y sumirse en su mundo, un mundo
de espaldas a su entorno, ajenos y faltos de solidaridad con la sociedad.
No podrán tampoco estar
ausentes los políticos que haciendo una “radiografía” del 2010 sólo hablaran negativamente para llevar agua
a su molino con miras al 2012; pero también los que únicamente hablaran de
logros queriendo maquillar la realidad, faltando igual que los otros a la
verdad.
La verdad es un derecho que
corresponde a la persona y a la sociedad toda, pero no faltaran ni faltaron los
medios y articulistas que han atentado en contra de ese derecho y en lugar de
contribuir para formar una opinión pública debidamente informada han trabajado
para “construir” un opinión pública desinformada y sujeto de la manipulación.
El escenario más lamentable
para nuestro país es el iniciar el 2011 con una sociedad dividida, insolidaria,
fragmentada, donde se ponen los intereses particulares sobre el interés general
de la nación; donde los ciudadanos se cruzan de brazos para pasivamente asumir
el triste papel de espectadores y permitir con ello que unos pocos tomen las
decisiones; donde una sociedad da entrada a líderes demagogos que trabajan para
sus malsanos propósitos; donde la educación en valores se ha postergado porque
la educación se ha convertido en botín político y la mediocridad ha ausentado
la calidad que urge para resurgir como nación competitiva en el concierto de
las naciones.
Todos y cada uno pensemos en
ese metro cuadrado en el que nos movemos, en ese espacio donde podemos influir
para que las cosas cambien, pero…empecemos por cambiar nosotros mismos porque
nadie puede dar lo que no tiene.
Pasemos del discurso a los
hechos, hay que partir del mundo real en que nos movemos pero no para asumir
actitudes derrotistas ni ilusas e infantiles.
Comencemos a pensar en la
necesidad de ser solidarios dentro de una sociedad plural en la que nos movemos
y busquemos aquellos nobles propósitos que nos unen y no lo que nos divide y
debilita como país.
Hagamos un verdadero examen de
conciencia y seamos capaces de aceptar donde hemos fallado, donde hemos pecado,
donde nuestra falta de compromiso y sentido de responsabilidad nos ha llevado
al pecado de omisión aunque la palabra pecado moleste a algunos.
México no se entiende sin
nosotros, nuestras familias, nuestros hijos y nietos. Luchemos por ellos en el
2011 que debe ser camino y espacio de oportunidades y retos. Dignifiquemos
nuestro diario Quehacer…
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