CRONISTA
DE ENSENADA
Y ERAN CUATRO.
Primera de dos partes.
(autor: Luis Lamadrid Moreno)
Heberto j. Petersdon Legrand.
Con la autorización de mi buen amigo Luis Lamadrid Moreno me permito
transcribir la presente crónica relativa a la Escuela Secundaria Federal Diurna
17-B, que dirigía el respetado y muy querido maestro Héctor Migoni Fontes,
donde Luis nos lleva a través de su pluma a recuerdos que quedan para la
historia, escrito que me fue proporcionado por mi querida amiga Desire
Fernández de Carballo:
Todos guardamos gratos recuerdos de nuestros días de infancia, propiamente
de la etapa escolar, cualquiera que fueran sus grados alcanzados. Por supuesto
que mientras transcurrían esos días, no nos parecían nada agradables, salvo las
escasas ocasiones en que llegaba a bullir en nuestros pechos, la llamita
cosquilleante de la satisfacción, el orgullo de haber conquistado un triunfo. Y eso era
precisamente , la sensación que nos quedó muchas veces, al haber logrado lo que
parecía muy difícil de realizar, por no decir que casi imposible. Concretamente
me voy a referir a un pequeño grupito de muchachos de la Escuela Secundaria
Federl 17-B, que dirigía el inolvidable maestro Héctor Migoni Fontes.
Pequeño grupo era toda la escuela, dado que apenas rebasaban los 125
alumnos. Pero pequeñísimo grupo, más eso sí: Super selecto, era su banda de
guerra: cuatro cajas o tambores y cinco cornetas, contando al sargento. A veces
éramos seis cornetas pero no siempre. La razón de esa aguda escasez no era el
que faltaran voluntarios, lo que no había eran instrumentos. Sólo una corneta
estaba sin abolladuras graves, y esa era naturalmente para el sargento. Las
demás, según lo antiguo en el grupo, le tocaba un instrumento “ más o menos”.
Pero lo que faltaba en cantidad y sobraba en abolladuras, no sólo lo
compensaba, sino que en mucho lo rebasaba, la calidad de los elementos. En eso
siempre puso mucha atención el profesor Migoni. El pertenecer a la banda debía
ser, y lo era en verdad un especial privilegio. Y cada uno tenía ante si mismo
un diario reto: ser siempre mejor. Hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy.
Una auto-obligación que denota una responsabilidad poco usual. Por costumbre un
bandero era siempre juguetón, amante de la broma, con una aparente indisciplina
muy “sui generis”, pero cuando se trataba de cumplir, cuando iba de por medio
el prestigio de la escuela, entonces salía a flote la buena clase, lo que se
llama ahora “ el amor a la camiseta”
A fines de los cuarentas, la Secundaria de Ensenada y la de Tijuana, tenían
lo que puede calificarse de un intercambio. Los de Ensenada desfilaban en
Tijuana los 24 de febrero y los de Tijuana pagaban la visita el cinco de mayo.
Fue en 1948 cuando ocurrió el suceso que motivó el titulo de este espacio.
El desfile de aquel 24 de febrero revestía especial importancia para la
Secundaria de Tijuana que dirigía el profesor Melesio Rosales, quien por cierto
había estado como sub-director de la Escuela Secundaria de Ensenada unos
cuantos años atrás. Por ello existía esa amistosa competencia que justificaba
el intercambio. Por supuesto que Tijuana siempre con más cantidad de elementos,
contaba con mucho más personal que Ensenada en todos aspectos. Mayor
contingente de desfile, su columna tenía cuando menos 250 o 300 elementos. Y su
banda de guerra era de 25 miembros; 12 cajas, 12 cornetas, el sargento y además
una corneta de órdenes. Por Ensenada: 4 cajas y cinco cornetas. El mismo
sargento era también corneta de órdenes. Ahora sí, pensaban todos. Tijuana le
va a dar un baño a Ensenada....
No se pierda mañana en el segundo y último capitulo.........que paso...
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