domingo, 10 de diciembre de 2017

“COMO SE PASA LA VIDA”
Novela de María Eugenia Bonifaz
Heberto J. Peterson Legrand.
 “Cómo se pasa la vida”, título de la novela inspirado en una parte de la primer estrofa “Coplas a la muerte de su Padre” de un poeta español Jorge Manrique que vivió de 1440 a 1479. Está dedicada al pueblo minero de Santa Rosalía fundado el mismo año que nuestra Ensenada en 1882 y sobre todo a los mineros cuyo trabajo la autora valora y siente cómo el más ingrato que hay en nuestro planeta.
Si bien hay una interesante narrativa de bella prosa en la novela que incluye tres generaciones, un escenario central que es Santa Rosalía y su famosa fundidora propiedad de la Casa Rothschild, empresa francesa que empezó a operar en 1885, un hilo conductor que habremos de encontrar en Claudia personaje central, nos llevará la autora a otros escenarios, nuestra capital, el viejo continente y al mismo país de nuestra frontera norte, y el convivir con otras razas de distintas culturas, sobre todo la francesa con quienes se da en algunos casos el mestizaje cultural y racial y conviviendo temporalmente con chinos y japoneses.
Al darles vida a personajes de la primer generación y acompañarlos en la espléndida narración, los lectores habremos de identificar a algunos muy queridos a través de anécdotas que nos son conocidas y apellidos muy apreciados que no digo cuales para que el lector tenga el placer de descubrirlos el mismo. Personajes que además traslada a otras épocas 50 0 60 años atrás.
La autora describe excelentemente el entorno donde se desenvuelven los personajes, los oficios que desempeñan con un gran conocimiento de procesos, instrumentos etcétera, ubicándonos en el tiempo y el espacio permitiendo ver con los ojos de nuestra imaginación y excitando los sentidos.
Va describiendo a los distintos protagonistas que desempeñaran su propio papel introduciéndolos para poderles seguir el paso e identificarlos con sus caracteres y singulares personalidades que casi nos invitan a dialogar con ellos.
En el transcurso de la novela la autora nos describe las prendas de vestir en hombres y mujeres así como de objetos correspondientes a la época, nos habla de música y arte dejando entrever su bagaje cultural que le permite pintar bellamente los distintos escenarios.
Los abuelos ocupan un lugar preponderante, así mismo los padres de Claudia, el duende Guiligú que está inspirado en el duende Lom-pipa de otro escritor Ensenadense que el lector descubrirá.
Desfilan directivos de la Fundidora perteneciente a las Empresas Rothschild de Francia y otros funcionarios franceses, entre ellos, un afamado pintor que con el tiempo vinieron a formar parte de la comunidad Ensenadense, asimilaron nuestra cultura y dejaron la huella de su paso en obras y descendientes que junto a nosotros forman el tejido social de ésta singular sociedad. Con pinceladas escritas nos describe la Mesa de Francia y la de México y a muchos personajes de ambas, que allí vivieron, soñaron y lucharon para dejar lo mejor de sí mismos.
Con esa bella prosa que le caracteriza, María Eugenia describe lo siguiente refiriéndose a nuestra bahía.” Esta bahía yacía custodiada por azuladas montañas  que descendían a un valle  en forma de perfecta cimitarra. Sus playas de arenas blancas salpicadas de mica  dorada se extendían por kilómetros en suave curva para cerrarse al norte  con un gran cerro rocoso  llamado el Vigía y, opuesta a él, en el otro extremo, en lontananza, surgía Punta Banda, un leve promontorio que remataba el litoral  con sus farallones desgranados sobre el añil del mar.
En otras páginas en su calidad de historiadora del mismo, nos lleva de la mano a recorrer el exhotel Rivera del Pacifico, hoy Centro Social Cívico y Cultural, con una detallada y puntual descripción, que nos permite apreciar el esplendor de ese hermoso edificio inaugurado en 1930 y que se ha convertido en un icono Ensenadense.
Y en otra parte de la novela, cuando nace una criatura en un barco en alta mar y tiran la placenta al mar, escribe dando un sentido poético, lleno de simbolismo y hermosísimo al hecho cito a la autora: “ Mil delfines salieron a recibirlo partiendo el azul añil, los peces voladores dibujaron arcos de coloide esparciendo gotas traslúcidas, incontables  escuelas de pececillos multicolores se arremolinaron alrededor  del velero porque  supieron que un hijo de esos mares entraba a las aguas que lo vieron llegar a la vida. El día en que nació, para buena suerte, como si se retornara una ofrenda a los principios de la creación, habían lanzado fuera de borda la placenta que le había nutrido en el vientre materno y ésta se había convertido en anémona marina, flor de sangre que se desplazó serena hasta perderse de vista  y que lo hermanó para siempre con primigenios recuerdos  atesorados en el fondo del mar”
En la novela hay conmovedores episodios de amor, alegrías sufrimientos y una Claudia cuya vida pasa por distintas etapas de crecimiento personal, de maduración y vicisitudes. Va adquiriendo mayor fuerza en la segunda mitad de la novela y nos hace vivir sus alegrías y dolernos con su dolor, atrapa al lector y ya no lo suelta.
Por último diré que desfilan por sus páginas vidas de mineros que son el alma de ese pueblo de Santa Rosalía que nunca ha estado dispuesto a Morir.
El lector cuando lea sobre “Pedro el minero”: su entorno, sus sacrificios, sus riesgos, sus luchas se conmoverá profundamente.
María Eugenia cierra su descripción con  la relación insostenible de Pedro, el hombre topo siempre trabajando dentro del mayor peligro, y el capataz Artaud con lo siguiente, después de una rencilla provocada por el capataz y donde éste muere: “…Al verlo, Pedro sintió que él mismo se desangraba. Con un sollozo que parecía venir desde su primer llanto, como si fuera ajena, limpió su mano manchada en el pantalón y la restregó en la tierra que aceptó su cuota de sangre”, esto último le impresionó a la doctora Ana María Mellado y consideré importante incluirlo. 
La autora en ésta elocuente y bella novela les rinde merecido tributo a los mineros que extraen el fruto de la tierra de obscuros, profundos y peligrosos lugares arriesgando vida y salud para llevarles el pan de cada día a sus familias.
¡Felicidades! María Eugenia por acrecentar en estas bellas páginas tú legado a ésta Baja California-tu antigua California- que tanto Amas y le obsequias una vez más tu Talento.
  
  


  

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