sábado, 24 de octubre de 2009

La Muerte

“LA BRUJULA”

LA MUERTE…
Heberto Peterson Legrand

Así como la vida, la muerte acompaña al ser humano durante su existencia, y digo acompaña, porque hacia allá caminamos para encontrarnos con ella en algún momento más tarde o más temprano...
Cuando fallece un ser querido ya en el ocaso de su existencia, nos duele, pero al mismo tiempo, estamos conscientes de que vivió lo suficiente pasando por las más diversas etapas y sus vivencias fueron quizá intensas, su cuerpo ya mermado por los años y su espíritu ya cansado de alguna manera siente la cercanía del final y se prepara para ello.
Cuando quien fallece es alguien que esta en la plenitud de la vida, en su proceso más fecundo y que de ella dependen el fruto de su amor, duele aún más porque existe el sentimiento de que su misión aún tenía mucho camino por recorrer...
También nos enfrentamos con el profundo dolor cuando una vida que estaba en el amanecer de su existencia y con proyectos por delante es arrancada del camino y su futuro- en nuestra dimensión humana – cancelado.
La muerte en la sola dimensión humana nos rebasa, nuestra contingencia se hace presente y solo la fe nos dilata ese horizonte donde habremos de encontrar al Creador que respeta nuestra voluntad y que no cabe en nuestra limitada capacidad de comprensión, nunca lo finito puede abarcar a lo infinito como la parte no puede abarcar al todo.
Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos, él escribe en renglones torcidos que no sabemos leer, pero en todo busca el Bien. No lo entendemos, pero tampoco podemos escribirle su renglón y no nos queda más que ponernos en sus manos, no en una actitud pasiva sino con un voto de confianza y esperanza que sólo él nos puede ofrecer.
Que hay más allá de la muerte? Nadie lo sabe Es ese más allá también un camino de realización? Sólo Dios tiene la respuesta.
Creer que con la muerte todo termina sería una derrota: ello motivaría al malvado hábil a hacer el mal y eludir la justicia humana y hay quien lo ha podido hacer...pero podrá eludir la justicia divina?
Cuando alimentamos nuestra fe con nuestra razón y tenemos la certeza de que Dios es un Dios Amor y lleno de misericordia, veremos la muerte no como una derrota sino como una meta, donde se vivirá la plenitud del que llega antes o después para fusionarse en un abrazo espiritual con su Creador.
Dios sabedor de que somos seres libres y responsables de nuestros actos, también sabe de nuestras limitaciones, de nuestras imperfecciones, por eso el juicio de Dios no es el de los hombres. El si conoce a profundidad plena nuestra persona, nuestra personalidad, nuestro carácter, temperamento y cada instante de nuestra vida, su juicio nos rebasa.
La muerte de un ser amado nos confronta nuevamente con la muerte, con el sentido de la vida, y nos planteamos un sinnúmero de preguntas ante la impotencia que nos envuelve y no atinamos a entender.
Hay que alimentar la fe en el futuro encuentro con quienes nos antecedieron, hacia allá vamos caminando pero solo Dios sabe cual es la estación final de nuestro trayecto, lo podremos sentir o ver más o menos cerca pero es la experiencia que todos habremos de vivir de la manera más diversa...siempre el cómo y el cuando están cubiertos por un velo que sabiamente se va recorriendo para en su momento descubrirnos esa otra dimensión que ha sido, es y será una incógnita por despejar.
Para el creyente la muerte es un triunfo cuando sabe que va al encuentro del Creador, para el Ateo podrá ser una derrota cuando siente frente a él un vacío que no lo conduce a nada.
¡Que fácil decirlo! ¡que difícil hacerlo!. Sin embargo conozco personas que frente a la muerte de sus seres queridos son lección viva que irradian esperanza.
Hay quienes de momento profundamente desconcertadas frente al dolor, poco a poco van comprendiendo y aceptando su realidad y comienzan a renovar su fe y creen en ese encuentro futuro con quien hoy se les adelanto...

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